EL BOSQUE
LABERINTO
Erase una vez, dos amigos, un niño y una niña que se llamaban
Roberto y Raquel.
Roberto
y Raquel habían oído hablar del “Bosque Laberinto”. Según escucharon, sólo los
animales se saben orientar en él.
Pasaron
todo el día hablando del bosque, preguntándose cómo sería, hasta que decidieron
pedirle a sus padres que los llevaran.
Los
padres de Raquel y los padres de Roberto dijeron que sí, así que los dos amigos
empezaron a preparar la excursión. Cogieron unas mochilas muy grandes. En las
mochilas echaron: una botella de agua grande, un bocadillo, dos paquetes de
galletas, un zumito de naranja y, por último, dos barritas de chocolate para
que les diesen energía. Ya estaban preparados.
¡¡A
empezar la aventura!!
Cuando
sus padres les llevaron al bosque, los niños se despidieron de los padres y se
adentraron en el bosque.
Cuando
ya estaban en el bosque se encontraron con un pequeño zorro, que les dio un
anillo a cada uno para que se pudieran comunicar con él y con otros animales.
Cuando se pusieron los anillos, se pudieron comunicar con el zorro, les pareció
alucinante.
Mientras
que iban hablando con el zorro, caminando por el bosque, cada cosa que veían
Roberto y Raquel, le preguntaban. Pobrecito zorro, que paciencia tenía
contestando a tantas preguntas.
Cuando
ya pararon de hacer preguntas, vieron una enorme torre cubierta por preciosas
flores y enredaderas. En lo alto de la torre había un Bonsay. Luego siguieron
andando y, de repente, se encontraron con una jirafa enorme, les dio un susto
muy grande.
Después
siguieron y siguieron, hasta que se encontraron con la casa del zorro. Allí
pararon un momento a descansar. Mientras el zorro aprovechó para enseñarles su
casa, y ellos compartieron la comida con el zorro.
Después
siguieron, y, de repente, se encontraron con la salida, algo que puso contentos
a Roberto y a Raquel por lo que habían conseguido, pero un poco tristes porque
no querían dejar al zorro. Y, de pronto, les vino una idea, siempre que
tuviesen vacaciones iban a ir de excursión con su familia para visitar al
zorro.
Erase una vez, un niño y una niña, se escaparon de casa,
después se encontraron a un pequeño
zorro en el mar y necesitaba ayuda, ellos le ayudaron y le adoptaron. Llegaron
al bosque y se encontraron un anillo, ellos no sabían que ese anillo era
mágico.
Durmieron en una cueva, era un poco incomodo pero habían
descubierto que ese anillo era mágico, así que pidieron comida, se durmieron y
al día siguiente encontraron una casita. Esa casita era de su tita Natalia.
Entraron y su tía vio al zorro pequeño, se asustó y la niña y el niño le
calmaron, de repente el anillo desapareció.
Dicen que el anillo lo que quería es que sean felices,
pero…ellos aún no lo eran, no tenían donde vivir, comer y dormir. Al día
siguiente era el cumpleaños de la niña y el niño, ellos aún no tenían nombre y
la tita le puso a la niña Lucía, al niño Antonio y al zorro pequeño Ángel y la
tita les adopto.
FIN
Lucía Bascón Montiel
En la isla de Haway vivían un niño llamado Jim y una niña llamada Jenny que eran hermanos. Ellos eran
exploradores natos. Un día, los niños paseaban por la orilla de la playa y se encontraron con algo
flotando en el agua que llamó su atención: ¡era un pergamino dentro de una botella! Al abrir la botella,
aquel pergamino tenía un texto extraño. No lo entendían, así que se lo llevaron a casa.
Después, de mirar mucho el pergamino, Jenny lo cogió y lo puso delante de un espejo. Allí se dieron
cuenta de que las letras se podían leer bien. Cogieron una libreta y apuntaron todo lo que ponía. Era
algo sobre un anillo mágico y una guerra entre monstruos y humanos. También decía de una isla cerca
de Haway. En ese momento estuvieron dispuestos a zarpar por la mañana a esa isla tan misteriosa.
Cogieron todo lo necesario y se pusieron en marcha. Empezó a hacer oleaje y viento. Parecía que se
acercaba una tormenta. De repente, el tiempo se calmó y cerca de ellos pudieron ver una isla. Había
una cueva con forma de calavera y por eso la llamaron “Isla Calavera”. Con mucha curiosidad, entraron
a la cueva y vieron algo inesperado. Había un pequeño zorro que parecía un espíritu. Hacía un gesto
para que los dos niños lo siguieran. Ese zorrito los llevó a través de la cueva hasta un bosque inmenso y
muy luminoso. En una parte del bosque se veía un árbol diferente a los demás. Ese árbol encajaba
perfectamente con el del pergamino. Decía que si lo veías, estará cerca de un anillo mágico. Andaron y
andaron y el bosque se fue acabando, hasta que llegaron a una con un volcán enorme en el centro.
Nadie pensaba que podía estar hay. Había un gran resplandor en la cima del volcán y fueron a
investigar. El zorro los guió por un laberinto llegando a un punto clave. Ese resplandor salía de un anillo.
Jim cogió el anillo y se lo puso. En el pergamino decía que el anillo daba el poder para derrotar a un
monstruo que sobrevivió a la guerra que hubo hace miles de años. El zorro contó que aquella criatura
los tenía aterrorizados. De repente, se escuchó un fuerte rugido. Era del monstruo. En ese instante Jim
sintió el poder del anillo. Empezó la pelea. El monstruo era fuerte, pero el anillo más. Después de una
larga pelea derrotaron a la inmensa criatura. Devolvieron el anillo y los espíritus les agradecieron todo lo
que habían hecho. Sorprendidos por esta aventura, volvieron a casa.
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